Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

martes, 22 de junio de 2010

Daniel e Irene


-Después de una larga noche esperándola bajo la lluvia, en frente de su portal, calado de amor hasta los huesos; esta mañana amanecí algo solitario en mi habitación.

-Una larga noche, sí, eso había sido, una noche muy larga. 23, era el número de cafés que había tomado mientras le observaba a través de mi ventana. Llovía y se mojaba, y miraba hacía mi balcón. Pero no, no pensaba bajarle un paraguas.

-Mis ojos seguían clavados en las ventanas de aquel piso. No paraban de observar, de mirar y buscar la sombra que tanto anhelaba. Se me hizo un poco raro y algo tonto estar allí sentado, esperando, buscando algo que no aparecería en toda la noche. La camisa pesaba de tanta agua, y mis costillas se quebraron de ese amor.

-Iba a por mi café número 12 y él seguí allí. Daban las 4 de la madrugada y hacía frió. Con la manta polar volví a mi lugar desde dónde le observaba, creo que él no me veía. No quería que me viese. Probablemente me regañaría al darse cuenta de que había lágrimas corriendo por mis mejillas. Me dolía verle allí, pero no podía parar de mirar.

-No entiendo el porqué no contestaba al teléfono..., bien me dijo que a la 1 y media de la madrugada estuviera allí, tenía que hablar conmigo, no se el qué... pero algo tenía que hablar. Me puse en la peor de las situaciones, se me vino el mundo encima, puedes hacerte una idea de lo que recorrió mi mente en ese momento.

-Había quedado con él, pero me daba miedo salir. ¿Y si nos descubrían?, ¿y si alguien me veía junto a él?. No le sentaría nada bien a mi padre, no sé el por qué pero le odiaba. No quería volver a verme junto a él. Yo quería abrir el balcón y saltar hacía él, estaba lejos del suelo pero sabía que me cogería. Sin en cambio me quedé allí parada, con una manta hasta los ojos para que cubriera mis lágrimas y un café entre mis frías manos, que anhelaban tocar su piel una vez mas.

-Miré hacia el suelo, mis zapatos estaban empapados. Me sentía algo idiota e iluso... Me acerqué hacia el portero automático. Tenía un gran dilema moral: tocar o no tocar. Si tocaba sus padres me matarían y no sería muy cordial a estas horas de la noche, pero la volvería a ver, volvería a besarla.
Si no tocaba, me quedaba sin verla, sin sus labios...
Toqué.


3 comentarios:

  1. Daniel siempre ha sido el nombre de chico que más me ha gustado e Irene es mi nombre :)
    Estoy deseando que sigas escribiendo, por que de verdad que tu blog es de los que valen la pena ;) Un besito, te sigo

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  2. Una muy buena historia y quisiera saber q mas pasa lo dejas en lo mas importante :)

    espero lo puedas subir

    http://princesailusa.blogspot.com/

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  3. Como dice Irene, yo tb me llamo así y Daniel es el nombre del chico especial con el que llevo viéndome...y sintiendo.
    Busqué por curiosidad en google: daniel e irene. Y he llegado a una historia preciosa. Una estructura bonita y especial. Gracias.
    www.duquesapantera.blogspot.com
    ...por si respondes...o te apetece leer mis historias...:)

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