Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

lunes, 28 de junio de 2010

Cosa del verano.


Bumbum.Bumbum.Bumbum.Bumbum.
¿Eso qué es? Un corazón normal. Así, creo, que suena mi corazón. Un corazón sin emociones fuertes, ni débiles; sin sustos, sin alegrías. Creo que es un corazón normal, un corazón como el de todo el mundo.

Bumbumbumbum.Bumbumbumbum.Bumbumbumbum.
¿Y eso? ¿Qué es? Bien, ese es un corazón acelerado. Así suena un corazón lleno de alegría, un corazón que siempre está dando brincos de lo contento que anda. Así suena un corazón enamorado, un corazón que da y recibe amor. Así suena el corazón de Ana.

Viernes 25, un bar, un partido, y dos cañas.
La chica rubia y yo sentadas en una mesa, rodeadas de aficionados españoles que no paran de gritar. ¿Por qué no gritábamos nosotras? (cosa que solemos hacer). Respuesta fácil: hablábamos de chicos.
Pero para variar un poco, no hablábamos de Sergio. Esta vez el tema se centraba en otro nombre, Chema. Si, mi vecino, uno de mis mejores amigos, el chico que jugaba al fútbol junto a Sergio, el de los ojos color negro azabache. Creo que ya sabéis de quien estoy hablando.
-Dos cañas por favor -sonreí al camarero y éste asintió.
-Estoy enamorada de Chema -lo soltó así, tal cuál.
-¿De Chema?
-De Chema.
-¿Mi vecino?
-Tu vecino.
-Umm..no está mal. -la gui
ñé un ojo.- A por él, ¿no?
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no creo que él me quiera.
-Ya, pero la palabra "creer" no existe en el amor. O se lo dices, o te quedarás con la duda para toda la vida. - el camarero trajo las cañas y comenzamos a beber.
-¿Y si me dice que él no siente lo mismo?
-¿Y si te dice que si que lo siente? -pegué un trago a mi caña- No vas a perder nada por decírselo, lo único que puedes hacer es ganar.
-Diciéndolo tú, suena todo muy bonito -pegó un trago a su caña- Pero me pongo nerviosa cuando le veo y cada vez se nota más.
-Pero...-bebí- Tú eres Ana, eres rubia, estás genial, eres s i m p á t i c a...
-Parece que me estás vendiendo en un mercadillo...-se rió, y yo junto a ella.
-Umm, ya. Pero en el mercadillo siempre dicen la verdad.
-Goooooooooooooooooooool. -nos levantamos de las sillas y gritamos como locas.

España ganó. Las cañas se terminaron y Ana fue a hablar con Chema.
Ahora cada vez que Ana se acerca a Chema el corazón la hace:
Bumbumbumbum.Bumbumbumbum.
¿Por qué? Porque Ana ama a Chema. Y Chema ama a Ana.

-Ahora que me pongo a pensar. Sara con Max, Ana con Chema. Todo el mundo con su media naranja...Debe de ser cosa del verano.

sábado, 26 de junio de 2010

Ni verde ni amarillo, azul.


Si, creo que la foto lo dice todo. Ya me veis, echándome un tinte azul en el pelo mientras Ana y Sara gritan en mi oído.
-¡Estás loca!
-¡Tus padres te matan!
-¡Se te pondrá hecho un asco con el cloro de la piscina!
-¿Pero eso se quita?
-¡Cuándo te vean se van a reír cómo no lo han hecho nunca!
-Es que...¡Anda que coges otro color!
-Te queda...mal por no decir ¡FATAL!

Sí, son sus palabras de ánimo. Y yo mientras repetía una y otra vez lo mismo.
-¿Me he dejado algún cacho sin teñir?
-Es que, ya que hago el ridículo, lo hago bien.
-Bah, si esto se quitará.
-Tampoco me queda tan mal...¿verdad?
Creo que se llama auto-convencerse. Por que sí, sabía p e r f e c t a m e n t e que estaba loca (creo que de amor) , que mis padres me matarían, que el pelo pondrá hecho un asco, que no se quitará el tinte azul, que se reirán como nunca lo han hecho, que no me pega ni con pegamento, e t c.
Pero también sabía que tenía que hacerlo. ¡Maldita sea! ¡es piedra blanca!. Y yo nunca pierdo en ese juego.
Sergio me había creído incapaz de de que me tintase el pelo de azul....Pero yo soy capaz de cualquier cosa para tener esas gafas de sol y poder proponerle un nuevo reto.

-Por si os interesa la forma de la que Sergio recuperó la gafas de sol, es simple: sí, se tintó el pelo de azul.

jueves, 24 de junio de 2010

La magia, existe.


Una, dos, tres, cuatro, cinco...Exactamente, no sé con cuántas chicas había estado Sergio. Rectifico. No sé cuántas chicas habían sido másqueamigas para Sergio.

Comienzo por el principio, de nuevo.
Jueves 24 de Junio. Sol, aprobados y piscina.
Había quedado con unos amigos pero Sergio llamó a mi puerta, y me hizo cambiar de opinión, mejor no preguntéis cómo, ( o sí, preguntarlo...).
Me voy a la piscina con Sergio. Rectifico. Me voy a la piscina de Sergio. Él y yo, sólos en su casa, ¿a qué me recordaba eso?.

Toallas en el césped, agua cristalina, sol abrasador y crema protectora. Esa iba a ser una mañana perfecta.

-¿Te hecho crema? -puso esa carita de niño pillo a la que no me pude resistir y asentí sonrojada.
-Vale, pero no pienses que luego yo te la voy a echar a ti. -creo que por un segundos, volví a ser esa niña pequeña que un día fui.
-No esperaba menos de ti -y me guiñó uno de esos ojitos verdes en los que tantas veces yo me he perdido.

Agua, salpicones, sonrisas, caricias, besos, calor...Sin bañador, másquebesos, sin biquini másquecaricias...Subir, bajar, gritar, verlasestrellas...Escalofríos, amor, másquecalor, gritos....Orgasmos, junto a él, con él, gracias a él.
Había tantas formas de describir ese baño, que no se me ocurría ninguna. Sonará extraño pero es cierto. Magia, sólo se me ocurre esa palabra. Pura magia.

Salimos del agua, nos pusimos los bañadores y nos tumbamos en las toallas. Su cabeza sobre mi pecho, mi mano sobre su pelo. Se acercó a mi oído y susurró.
-Sabes que te quiero. -lo dijo de una forma...en la que casi me lo creí.
-Sabes que yo no. - yo mentía, mentía mucho.
-Lo sé. -sonrió- También sé que mientes.
-Tíntate el pelo de azul. -saqué mis, sus gafas de sol de mi mochila y se la puse delante - ¿capaz o incapaz?
-Capaz -comencé a reír de una manera exagerada, pero es que no me imaginaba al chico de los ojos verdes y la sonrisa bonita con el pelo de azul.
-Sabes que no lo harás.
-Por ti, me afeitaría las cejas, dejaría de hablar a mi propia madre, quemaría un instituto, una ciudad, un bosque, subiría al cielo para coger las estrella mas brillante y dártela, cruzaría el desierto descalzo y sin agua, entraría en el berskha con una falda y un jersey de d&c, robaría, mentiría... Por ti dejaría lo que más quisiera, por ti, haría todo eso y más. Y creo, que ya lo sabes.
-No, aún no lo sé.

"Creo que me estoy convirtiendo en una másqueamiga para Sergio"






-Sobre Daniel e Irene sólo decir, que si queréis saber más de su historia tendréis que esperar, lo siento mucho pero no la escribo sola y las cosas son así. (:

martes, 22 de junio de 2010

Daniel e Irene


-Después de una larga noche esperándola bajo la lluvia, en frente de su portal, calado de amor hasta los huesos; esta mañana amanecí algo solitario en mi habitación.

-Una larga noche, sí, eso había sido, una noche muy larga. 23, era el número de cafés que había tomado mientras le observaba a través de mi ventana. Llovía y se mojaba, y miraba hacía mi balcón. Pero no, no pensaba bajarle un paraguas.

-Mis ojos seguían clavados en las ventanas de aquel piso. No paraban de observar, de mirar y buscar la sombra que tanto anhelaba. Se me hizo un poco raro y algo tonto estar allí sentado, esperando, buscando algo que no aparecería en toda la noche. La camisa pesaba de tanta agua, y mis costillas se quebraron de ese amor.

-Iba a por mi café número 12 y él seguí allí. Daban las 4 de la madrugada y hacía frió. Con la manta polar volví a mi lugar desde dónde le observaba, creo que él no me veía. No quería que me viese. Probablemente me regañaría al darse cuenta de que había lágrimas corriendo por mis mejillas. Me dolía verle allí, pero no podía parar de mirar.

-No entiendo el porqué no contestaba al teléfono..., bien me dijo que a la 1 y media de la madrugada estuviera allí, tenía que hablar conmigo, no se el qué... pero algo tenía que hablar. Me puse en la peor de las situaciones, se me vino el mundo encima, puedes hacerte una idea de lo que recorrió mi mente en ese momento.

-Había quedado con él, pero me daba miedo salir. ¿Y si nos descubrían?, ¿y si alguien me veía junto a él?. No le sentaría nada bien a mi padre, no sé el por qué pero le odiaba. No quería volver a verme junto a él. Yo quería abrir el balcón y saltar hacía él, estaba lejos del suelo pero sabía que me cogería. Sin en cambio me quedé allí parada, con una manta hasta los ojos para que cubriera mis lágrimas y un café entre mis frías manos, que anhelaban tocar su piel una vez mas.

-Miré hacia el suelo, mis zapatos estaban empapados. Me sentía algo idiota e iluso... Me acerqué hacia el portero automático. Tenía un gran dilema moral: tocar o no tocar. Si tocaba sus padres me matarían y no sería muy cordial a estas horas de la noche, pero la volvería a ver, volvería a besarla.
Si no tocaba, me quedaba sin verla, sin sus labios...
Toqué.


jueves, 17 de junio de 2010

Un exámen, dos sonrisas y seis cañas.



Y me voy, me voy con Ana. Fin de exámenes, comienza la fiesta. En realidad, aquí todo se celebrará el viernes...Pero con las matemáticas a p r o v a d a s Ana y yo nos vamos al peor antro que nos encontremos por aquí. El caso es beber, y hablar, y reír. Prácticamente lo que hacemos siempre, pero esta vez lo haremos sin preocuparnos por ningún examen.

Un ochazo!- era lo único que decía Ana, una y otra vez.
-Dos cañas, por favor - el camarero nos sonrió y se fue.
Un ochazo!
-Ya se, ya se.
Un ochazo!
Un siete con cuarenta y dos!
-Los decimales no cuentan.
-¿Quién lo dice?
-Yo.

Risas, muchas risas, una tontería detrás de otra.
-¿Qué te vas a poner mañana para la fiesta? - Había una fiesta el viernes, de fin de curso, y no tenía ni idea de que me iba a poner. Lo mejor era preguntarla y que me diese alguna idea.
-Voy a ir en braguitas.
-¿Estas tonta?- risas, más risas.
-No, es que son de los ramones, y quiero presumir de braguitas.
-Estas tonta.
-Afirmativo.

Ana era, e s p e c t a c u l a r . Ana era rubia, creo que esa fue la única explicación que le encontré.
-Eres rubia.
-Ya, ya lo se.
-Como mi caña.
-¿Me bebes?
-Te bebo.
Sí, eran conversaciones ridículas, eran nuestras conversaciones ridículas.
-¿Que reto le vas a proponer a Sergio? - de pronto, los tonos de voz cambiaron, y las risas se esfumaron.
-No sé.
-Podrías decirle que fuese a la fiesta de mañana en ropa interior... - la propuesta de Ana, no estaba tan mal, sinceramente.
-¿Nos puedes traer otras dos cañas? - el camarero asintió y sonrió.
-O también, podrías decirle fuese sin ropa...
-No seas cruel, Ana.
-Sabes que es un capullo, los capullos se merecen eso y más.
-Vale, es un capullo, pero por ahora, es mi capullo y yo veré lo que se merece y lo que no.
-Se merece una patada en las ...
-¡Ana! ¡Déjate de burradas!
-No es que sea burra, es que soy rubia. Las rubias siempre llevan la razón. -señaló mi cerveza, que ya estaba casi vacía-¿Quieres otra?
-La última.

Nos bebimos la última caña pensando en que nos íbamos a poner mañana. Prefería pasar del tema de Sergio por ahora.




-Ana irá a la fiesta con sus braguitas de los ramones y yo con las mías de los beastie boys.

sábado, 12 de junio de 2010

¿Capaz o incapaz?

Cuando era pequeña piedra blanca me encataba. Mi juego favorito, estuve meses, o incluso años jugando a él. Quizás no sepáis muy bien de que va, así que os lo explico rapidito. Hay un objeto y tantas personas como se quiera, la persona poseedora del objeto propone el reto. Quien lo cumpla se ganaba el objeto y proponía otro reto, así una y otra vez.
Viernes 11 de Junio, hoy me tocaba sentarme junto a Sergio, algo que desde hace algún tiempo, no me gustaba nada.
Apareció con mis gafas de sol, las que yo le había regalado el día de su cumpleaños. ¿Qué narices hacía con mis gafas de sol? Bueno, eran sus gafas de sol pero desde que empezó a salir con María, no le había visto con esas gafas de sol ni una sola vez. Y hoy, las llevaba.
Me miró, se sentó a mi lado, se acercó a mi oído y me dijo:

-Canta en voz alta, aquí, ahora.-colocó las gafas en mi mesa-¿capaz o incapaz?
Se me quedó cara de boba, cara de muy boba. Maldita sea ¡piedra blanca!. No podía resistirme, mi juego favorito y claro estaba, no me iba a dejar ganar.
-Capaz.
Comencé a gritar como una loca en medio de la clase de lengua "Beso a beso, me enamoré de ti..". Todo el mundo se giró hacia mi para ver que estaba ocurriendo y la profesora de lengua me mandó al despacho de la directora de inmediato. Pero yo era feliz, tenía las gafas de sol en mi poder, la piedra blanca era mía, y ahora, en este juego mandaba yo.
No me pensé mucho que quería pedirle, podía haberle pedido que me besara, cosa que deseaba, o que dejase con María, o que nos fugásemos juntos a un lugar mágico...Podría haber pedido lo que quisiera, pero simplemente le pasé esta nota durante la clase de Plástica.


Susana era una de las peores profesoras que había en todo el instituto, no porque diese mal las clases, si no porque no pasaba ni una. Sergio se llevo un parte de incidencia y las gafas de sol en la mano de camino al despacho de director. "A la salida te veo", fue lo último que me dijo.
Y sí, a la salida nos vimos.

-Bésame.
-¿Qué? - tenía miedo y a la vez sentía la mayor de mis alegrías.
-Róbame un beso, ¿capaz?


-Uff, ¡y qué beso!

Se quedó mirándome, con esos ojitos verdes que yo tanto quería, con esos ojitos verdes en los que tantas veces me había perdido...

-Devuélveme mi beso. -comenzó ha acercarse a mi.

-No tienes las gafas de sol. Ahora mando yo. - me di la vuelta y me fui.

Él se quedó allí, mirando como yo me iba. Notaba como me miraba, y me gustaba notarlo.




jueves, 10 de junio de 2010

Tengo ganas de tí.


Ganas de reír. Ganas de reír, saltar, llorar, bailar, cantar en voz alta, brincar. Ganas de gritar con todas mis fuerzas, de correr hasta que no haya suelo, ni tierra, de correr más allá del horizonte, de correr hasta el fin del mundo.
Ganas de sábado. De fiesta. Ganas de bailar, de pinchar discos. Ganas de risas, de cosquillas. Ganas de susurros al oído, ganas de besos, ganas de tus besos. Tengo ganas de caricias y de palabras bonitas.

Quiero un helado de fresa, otro de chocolate y otro de menta. Quiero la mariposa más bonita del mundo. Quiero estar en primera fila en un concierto de McFly, brincar como no lo ha hecho nadie en ese concierto, gritar como nadie ha gritado nunca.

Quiero perderme en la playa, ¡no!, ¡mejor!, quiero perderme en un lugar mágico, donde lluevan caramelos y puedas hacer sonreír a los pájaros al contarles un chiste malo. Lugares donde de los árboles recoges fresas con chocolate.

Tengo ganas de jugar al parchís, y perder. Ganas de volver a intentarlo, y volver a perder. Quiero cortarme el pelo y dejarme una cresta de color amarillo en medio. ¡No! Quiero dejarme el pelo largo y pintarlo de rosa. Quiero sacar un s o b r e s a l i e n t e en matemáticas. Y quiero aprender a bailar sevillanas. O breakdance.
Me apetece comerme la pizza de 4 estaciones más grande del mundo, con lacasitos por encima. Quiero meter los dedos en el bote de mermelada o comerme un pomelo con azúcar. Y conducir un Ford Monster Truck.
Ganas de subir en la montaña rusa más grande del universo. Una montaña rusa que te lleve hasta el cielo y que no te baje nunca de allí.

Ganas de él.

¿Por qué?

Porque es un imbécil enamorado, ¡no!.
Porque ese imbécil enamorado dijo una vez que me quería.

lunes, 7 de junio de 2010

Algunos finales SI son felices.

En algunas ocasiones, una no se cree esa frase: "algunos finales SI son felices". Imposible. Pensé eso una y otra vez. Gracias a Sergio pensaba eso continuamente. Los finales no son felices. Mi final probablemente no lo sea. Pero el de Sara sí.
"Entonces cayó sobre mí, y estábamos ahí, uno encima del otro. Nos mirábamos a los ojos. Y sinceramente, se me caía la baba. Comenzó a abrazarme por la espalda y yo le acaricié la cara. Me susurró que me quería y mi corazón saltó de mi pecho para irse al suyo. Acababan de robarme el corazón, por pura casualidad."

Sara me lo estaba contando por teléfono. Sonaba tan bien, tan romántico, tan bonito, sonaba a amor. Algo así solo podría tener un final feliz. Y sí, lo tiene. Lo tendrá.
El chico del pelo color limón estaba completamente enamorado de Sara. Yo pensaba que me quería a mí. Creo que él también lo pensaba. Pero desde hace 2 días nadie piensa así.

Viernes día 4 de Junio. Los chicos jugaban al fútbol en educación física, como siempre. Y nosotras "hacíamos que jugábamos volley". En realidad, nosotras halábamos, la mayoría de las veces halábamos de ellos. De los chicos que jugaban al fútbol.
Sara no para de hablar de Max, el chico del pelo color limón. El nombre de Chema no salía de la boca de Ana. Y yo, prefería no hablar. No es que no tuviese de quien hablar, Sergio estaba allí, es sólo que no me apetecía hablar de él. El chico de los ojos verdes y la sonrisa bonita me tenía totalmente loca, así que preferí no hablar de él durante un tiempo para quitarme esa locura.

De pronto, una pelota de fútbol a gran velocidad vino hacia nosotras. Sí, éramos imanes para las pelotas de fútbol, siempre venían a nosotras. Esa pelota en concreto iba dirigida a la cara de Sara. Ella se quedó paralizada, sin poder moverse, y de un empujón la tiraron al suelo. Max la tiró al suelo.
Sara quedó sobre Max, él la miró y en ese momento descubrí que aquel sería el principio de un final feliz.

miércoles, 2 de junio de 2010

Sol.Playa.Él.


Como le prometí a Ana, hoy iríamos a la playa. Cogí el bañador lo más rápido que pude, acababan de llamar al timbre y no quería hacerlas esperar. Sara y Ana estaban en la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja, el bañador puesto y una toalla en la mano.
Hacia sol, calor, el cielo estaba azul y el optimismo era dueño de esta mañana.

El camino fue corto, no vivimos a mucha distancia de la playa. Frío, sentimos frío. El agua, helada. Pero no era raro, es el mar Cantábrico.
Tan solo metí los dedos del pie derecho en el agua y un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Me gustaba, siempre me había gustado hacer aquello. Era una de las pequeñas cosas que te da la vida, un buen escalofrío.

Subimos a una gran piedra desde la que siempre saltábamos al mar. Otra de mis cosas favoritas, saltar desde ahí. Saltas y el tiempo se detiene, piensas que vas a caer, y que seguramente no lo vas a contar. Piensas que estás sola, que todo es negro, o blanco, o gris. No hay nada, solo tú saltando al vacio. Es entonces cuando caes al agua, agua, como una mano que te coge. No estás sola. Saltas para dejarlo todo y el mar te sujeta, te sube a la superficie y entonces te das cuenta de que en realidad, no querías dejar nada.
A la mayoría de las personas el mar les inspira soledad, libertad, tranquilidad...A mi el mar me mantiene viva, es lo que me sujeta cada vez que salto desde esa piedra.

Pero esta mañana no he podido saltar desde esa piedra. Él me lo ha impedido. ¿Qué narices hacía él ahí?
-Oliiiiiiii -alguien gritaba detrás de nosotras. Sergio gritaba detrás de nosotras. -¿ya no saludas?
-Hola, adiós.
-Que antipática te has vuelto. -comenzó a buscar por los alrededores- ¿has visto a María por aquí?
-¿A María? No.
-Es que he quedado con ella para nadar, y no la encuentro por ninguna parte.
-No me importa para lo que has quedado con ella, no hacía falta que me lo contaras.
-¡Ves! una antipática...desde que...-se lo pensó mejor, y no dijo nada.
-Desde que ¿qué?. Desde que María no me habla, desde que te odio, desde que...-Ana me sujetó del hombro e hizo que me callase.
-Venga Oli, déjalo, vamos a la playa.
-Si, mejor dejarlo -me di la vuelta y comencé a andar detrás de Ana y Sara.
-¿Sabes que yo sólo te quiero a ti? -gritó, desde donde estaba.
Me di la vuelta con intención de ir y cruzarle la cara. ¿Cómo que sólo me quería a mi? ¿Qué pasaba con María? Sólo la utilizaba ¿o qué?
-¿Sabes que eres su imbécil? -grité mas fuerte que él.
-Un imbécil enamorado.

Fue lo último que dijo. Maldita sea. ¿Por qué tenía que haber dicho eso?. Ahora le tenía en mi cabeza, de nuevo. Quería correr y saltar desde aquella roca, y que el mar no me sujetase. Quería gritar fuerte, muy fuerte. Quería llorar, patalear. Quería irme de allí. Pero dijimos que iríamos a la playa. Y él, no me arruinaría mi día de playa.

Bajamos al mar y estuvimos allí horas, nadando, riendo, salpicándonos. Tomando el sol, sacando fotografías, hablando. Hablando de todo menos de él. Gracias a ellas, pasé una de las mejores tardes de mi vida después de pasar la peor de mis mañanas.

martes, 1 de junio de 2010

Ana siempre ha sido rubia.


Cáncer. Palabra que resuena en tus oídos. Sonrisas forzadas. Palabra que provoca despedidas. "Todo saldrá bien". Lágrimas.
Cáncer. Esa palabra que se pasa por tu cabeza cada vez que hablas con ella. Ella es Ana. Ana tiene cáncer.

Conocí a Ana una tarde de verano, y desde esa tarde somos casi inseparables. Pequeña parisina de ojos negros y pelo rubio. Sí, también era de París. Sí, era una niña parisina rubia.

Hace dos días estuvo tirada en la cama a mi lado.
-Tengo cáncer.
-¿Qué?- me quedé bastante sorprendida y la miré asustada.
-A veces, uso lentillas azules- soltó una pequeña risa.
-Yo he llevado extensiones- pensé que haríamos como si esa palabra no hubiera sido pronunciada...cáncer...hacía daño solo oírla.
-Puedo pasarme toda una tarde chupando el palo de un helado.
-Meto los dedos en el bote de Nutella- reí.
-Me gustan los chistes que no hacen gracia a nadie.
-Van dos y se cae el del medio...-nos reímos, juntas.
-Y siempre he querido volar.
-Yo hablo con Pete, él me entiende.
-Estuve un tiempo enamorada de Sergio.
-Menudo payaso.
-Me dan miedo los payasos.
-Corto la pizza en cachos pequeñitos con los dedos.
-¡Yo también!
-Me gusta correr por la playa descalza.
-Umm. A mi me gusta meterme debajo del agua, no se oye nada, tranquilidad, silencio, soledad...
-Escucho la banda sonora de Amelie cuando me siento sola. -busqué el disco entre los cajones y se lo dí - Todo tuyo.
-Al principio, me caías mal.
-Lo sé. Siempre he pensado que eres rubia de bote.
-Lo sé. No soy rubia de bote.

Estuvimos riendo durante largos minutos, ¡no!, durante largas horas. Creo y siempre creeré que reíamos por no llorar...
-No se que haría sin ti- dijo mirando el disco de Amelie que la había dado.
-Umm....mañana vamos a la playa.

-Seguramente penséis que nada fue igual desde ese día. Todo sigue igual desde ese día.
-Lo único que ha cambiado desde ese día, es que Sergio ya no es el protagonista de mi diario.